Marta
Como le iba diciendo, aprovechando que los chicos se habían quedado en casa de mamá, y que Walter, mi marido, trabajaba hasta tarde bajé a dar una vuelta.
Pensé en ir a la cervecería que queda después de las vías. Allá suele ir Jorge, un amigo, le podría dar una sorpresa.
Estaba más fresco de lo que pensaba, por eso me puse la capucha u me subí el cuello del pullover para taparme la boca. Estaba esquivando las baldosas rotas de la vereda, que hay llegando a la barrera cuando lo vi. Era él. Sí Walter con una mujer. No puedo describirla bien porque, aparte de que se había acumulado una cantidad inusitada de gente esperando el paso del tren, tenía un gorro de piel imitación leopardo, lentes oscuros, si escuchó bien, de noche con lentes oscuros! Tapado hasta los tobillos, y zapatos de taco bajo. Eso también me llamó la atención, que fuera tan alta sin necesidad de ponerse tacos. Yo aminoré el paso no podía creer lo que veía. ¡Así que trabajando hasta tarde! ¡Hay que ser hijo de puta! Vaya a saber cuantas de las noches que se sacrificaba trabajando estaba con alguna trampa. Y yo tan cuidadosa que nunca le dije a Jorge que viniera a casa cuando los chicos ya estaban durmiendo, si ya le dije que es un amigo, para charlar nomás, lo que pasa, usted sabe, la soledad no es buena consejera…si, disculpe ya sigo. Despacio me fui acercando metiendo toda la cara adentro de la campera, le tiré del abrigo y cuando estaba a punto de enfrentarlo me distrajo un grito ¡Cuidado, tiene un revolver! Tras lo cual se armó un revuelo en dónde los empujones y las trompadas iban y venían sin saber hacia dónde se dirigían. Yo empecé a gatear tratando de salir del enredo de piernas cuando nos encontramos cara a cara, Walter abrió los ojos grandes como dos palanganas al verme ¿Qué hacés acá? ¿Qué qué hago yo? Eso me pregunto yo. ¿No estabas trabajando? Y antes de que mi puño atravesara su cara nos vimos al descubierto. Toda la gente dio un paso atrás y un tapado largo y un gorro de animal print de cuyo forro roto salían bolsitas con un polvo blanco alfombraba las vías del tren.
Una pregunta oficial ¿No se supo si su ocupante estaba entre todos los sorprendidos o salió corriendo con otros que se asustaron con la llegada de la policía? Y ya que hice una le hago dos. ¿Era hombre o mujer?
Walter
En primer lugar, gracias por evitarme el interrogatorio policial.
Si jefe, ya se que esta misión estaba cocinada, pero cómo iba yo a saber que Marta iba a aparecer por ahí. Cómo pensar que me iba a abrir el abrigo y alguien se iba a dar cuenta del arma que llevaba.
Días siguiendo el rastro, días tratando de levantarme a un travesti, y una vez que lo consigo va a dar la casualidad de que me lleva a un departamento a cinco cuadras de mi casa. No, no creo que ése fuera el lugar de entrega, pero cómo saberlo ahora. Yo algo raro presentí cuando llegando a la barrera me doblé el pie con esa vereda de mierda con las baldosas rotas hace días ¡No la van a arreglar nunca! Qué manga de inservibles los funcionarios…Si es cierto jefe, no me desvío más. Decía, me estaba acercando y veo tanta gente esperando que pase el tren. ¿Que qué tiene que ver? No se pero el o ella como quiera llamarlo digamos que llamaba la atención con esa altura y anteojos de sol a plena noche.
Lo peor fue cuando me agaché a buscar el arma que alguien me sacó de una patada y me encuentro con Marta. ¿Cómo le explico? Si, ya se que no puedo dar a conocer este trabajo. Pero… yo quiero volver a casa, con ella, con los chicos, y yo la conozco, va a ser duro pero va a pasar, lo único ¿Me haría un favor? Usted podría, digo, con su influencia, hacer que le digan que no era un travesti? Que era una mujer…
El…o ella
Te lo vuelvo a repetir, no se cómo me pudo pasar. Si, ya se que no es excusa y ya te pedí perdón por demás. Si ya se que no alcanza, sabés que no me pasa a menudo, pero ¡Es que era tan lindo! Tan hombre, tan atractivo tan… bueno, bueno es que una tiene derecho a tener sentimientos de vez en cuando. Si. Voy a reconstruir los hechos. Le pedí el departamento a Oscar, él me debe unos cuantos favores así que no podía negármelo. Como en el edificio me conocen me puse anteojos oscuros, Si ya se que llama la atención una mujer con antejos negros a las diez de la noche, encima no veía nada y casi me caigo con esas baldosas rotas que hay llegando a las vías y el pobrecito por ayudarme se dobló el tobillo. Íbamos caminando despacito, por el robillo del muñeco, y me llamó la atención tanta gente para cruzar las vías. Y en el momento en que iba a zamparle un chuponazo alguien grita Cuidado, un revolver. Yo pensé que se me había caído de mi abrigo por eso cuando se armó la pelea y volaban las patadas y piñas me dije “Acá hay canas metidos” aproveché me saqué tapado, gorro y anteojos y me escabullí con los que corrían. ¿Qué cómo se me ocurre hacer una cita unas horas antes de la entrega? Es que era el único día en que Oscar me podía prestar el bulo. Pero te juro yo voy a trabajarte gratis, lo que sea para pagar la pérdida, siempre te cumplí, vos me conocés.
¡Gracias, gracias, mil gracias! Te pido un último favor…Si vas a buscarme al taller mecánico y lo ves a Oscar no le cuentes, me dejaría sin trabajo…él me conoce como José, No sabe que a la noche soy Gilda.
Alicia Sánchez