viernes, 20 de octubre de 2017

Tincho Polietileno (el Martín Fierro del Siglo XXI)

Aquí me pongo á tuitear
de forma más bien violenta
que el hombre que no comenta
algún hecho estraordinario
será acusao de ordinario
como canapé de polenta.

Pido a los amigos del féibu
no me dejen en el olvido
si siempre que como convido
aunque de plata esté croto
pero ayer salí y no saqué foto,
fue como si no hubiera ido.

Tampoco en el Instagram,
hay lugar para matice',
no es que comamos perdice',
pero aunque seamos desgraciado',
o bastante poco agraciado',
por lo menos parecemos felice'.

Hasta acá nomás les cuento,
la historia de las redes sociale',
dónde todos son especiale',
y siempre se están riendo,
parecen que están viviendo
adentro de los comerciale'.

Ignacio Falconi.

sábado, 14 de octubre de 2017

El encuentro

Venía caminando por la costa cuando vi el zapato. Se notaba que era viejo pero tenía pinta de haber visitado lugares mejores. Me imaginé a la mujer que los habría usado en sus mejores tiempos, vestida de largo y con una bebida en la mano. 
Quizás acompañando a un gran empresario en una velada de caridad, rodeada de ricos que entregan el cambio para calmar un poco la culpa
.


Me la imaginé también confundida, planteándose una y mil veces si ese era su lugar, si la gente que la rodeaba tenía algo que ver con ella. La pensé imaginándose a sí misma en otro lugar, tal vez como un mecanismo de defensa, o una vía de escape, o simplemente una luz de esperanza.

La vi también incómoda entre tantas comodidades, buscando algún argumento para justificarse, o pensando sino será mejor hacerle caso a ese fuego interior que cada vez quema más.

Me la imagino después escapando, pensando mientras escapa que escapar siempre es lo más fácil. La siento esta vez perdida, pero perdida como paso necesario para encontrarse.


La veo ahora poniéndose el zapato y caminando por la costa, imaginándose a sí misma en otro lugar.

Ignacio Falconi

lunes, 9 de octubre de 2017

Cola de caballo


¡Mamá mala! ¡Mamá mala! Esas palabras te las dije cada vez que me llamabas para que me sentara en tus rodillas porque me querías peinar y la tía y la abuela repetían la misma frase siempre: “las niñas buenas se peinan en cuanto se levantan” pero era por las noches cuando tenía que despeinarme y sentía que la cabeza me dolía y una noche la tía me ayudo a desarmar las trenzas y me dijo que lo que me dolía era el cuero cabelludo y como no sabía que significaba le pregunte a mi prima pero tampoco sabía porque a ella no le duele la cabeza como me duele a mí.
Duele, sabes que duele pero no te importa y todas las mañanas haces lo mismo, no sé si la abuela te hacía lo mismo y por eso me lo haces también a mí. Todas las mañanas es lo mismo, es una verdadera tortura dijo la tía una vez y siempre parezco una muñeca o una princesa de esas que salen en las películas después de cada peinado nuevo que inventas en mi cabecita y con el moño que nunca falta.  Maquillarse no duele, muchas mujeres se maquillan y eso no duele porque no veo que lloran, vos te maquillas y la abuela también, yo quiero aprender pero no me quieren enseñar, son malas las dos. La tía vio las veces que jugué con tu bolsa de cosméticos y después me retaste y la abuela solo reía por los dibujos que hice en la pared y te acordás la vez que la saque a la abuela sus pinturitas y a la princesa Sofía la deje como a las señoras de las revistas, no comprenden que también me quiero maquillar, ya soy grande para eso y ustedes no me dejan crecer y no aceptan que ya no uso pañales y voy al baño solita, no soy más una bebé.
A mí no me importa y no quiero más trenzas no me gustan, me quiero cortar el pelo mamá, cuando vaya con la abuela a la peluquería te voy a sorprender y me voy a cortar bajito como tiene la abuela. Quiero que mi pelo sea libre, que vuele cuando corra en el parque o cuando juegue en la hamaca, si me dejas andar descalza en la arena porque no dejas que mi pelo sea libre, papá y vos siempre hablan de libertad y no sé bien que quiere decir eso todavía pero mi pelo largo y suelto es como una capa de superhéroe de los muñecos que cuida mi cabecita mami.

Ayer cumplí nueve años y ojalá hoy me peinaras mami, extraño mi capa de superhéroe y ver a la abuela a y la tía, quiero volver a pisar descalza la arena y jugar en casa con mi prima, lloro todas las noches porque no tengo más mi pelo para desarmar las trenzas que antes me hacías, escucho que vos también lloras pero vos tenés pelo mami, espero me sigan queriendo así como yo quiero a mi muñeca que hoy se parece mucho a mi…

José García

Ella






La ceremonia es en el mar – se repetía todas las tardes para tomar coraje.
Pero el mar estaba demasiado lejos y el río era la única posibilidad.
No le convencía rendir culto en el lugar equivocado. Ya le habían advertido que Ella era tan poderosa como irascible y su leyenda, como madre del mar, no era para tomar a la ligera.
Aunque este río ancho, tiene un movimiento que, mirado con buenos ojos podría semejarse a las olas del mar – pensó, tratando de convencerse que su decisión era la adecuada para esa divinidad de aguas saladas.
No podía demorar más: esa noche iría al río.
Se puso su túnica blanca, tomó la canasta que llenó con unos jazmines de su jardín, miró la luna llena y salió con paso firme.
Si no vuelve con esto, me voy a la bruja de la otra cuadra – dijo, sin mucha convicción, porque ese conjuro le saldría muchísimo más caro..
Llegó al río, cerró los ojos, caminó aguas adentro y un sonido profundo y una luz intensa invadió todo el lugar.
Una voz le gritó desde las profundidades del agua barrosa y ella sintió la fuerza de la divinidad empujándola y haciéndola girar.
Es Ella – pensó y en ese trance se desvaneció.
Unos minutos después volvió en sí y una voz masculina le preguntó:
- Señorita, ¿está bien?. ¿Qué locura intentaba hacer?  Ya llega la ambulancia.
Estaba en la cubierta de la lancha de Prefectura y un oficial la asistía cubriéndola con una manta.
Lo miró confusa y supo que Ella la había ayudado. Que el río funcionó. Que ya no tendría que ir a la bruja de la otra cuadra.

Miriam Alvarez