La ceremonia es en el mar – se
repetía todas las tardes para tomar coraje.
Pero el mar estaba demasiado lejos
y el río era la única posibilidad.
No le convencía rendir culto en el
lugar equivocado. Ya le habían advertido que Ella era tan poderosa como
irascible y su leyenda, como madre del mar, no era para tomar a la ligera.
Aunque este río ancho, tiene un
movimiento que, mirado con buenos ojos podría semejarse a las olas del mar –
pensó, tratando de convencerse que su decisión era la adecuada para esa
divinidad de aguas saladas.
No podía demorar más: esa noche
iría al río.
Se puso su túnica blanca, tomó la
canasta que llenó con unos jazmines de su jardín, miró la luna llena y salió
con paso firme.
Si no vuelve con esto, me voy a la
bruja de la otra cuadra – dijo, sin mucha convicción, porque ese conjuro le
saldría muchísimo más caro..
Llegó al río, cerró los ojos,
caminó aguas adentro y un sonido profundo y una luz intensa invadió todo el
lugar.
Una voz le gritó desde las
profundidades del agua barrosa y ella sintió la fuerza de la divinidad
empujándola y haciéndola girar.
Es Ella – pensó y en ese trance se
desvaneció.
Unos minutos después volvió en sí
y una voz masculina le preguntó:
- Señorita, ¿está bien?. ¿Qué
locura intentaba hacer? Ya llega la ambulancia.
Estaba en la cubierta de la lancha
de Prefectura y un oficial la asistía cubriéndola con una manta.
Lo miró confusa y supo que Ella la
había ayudado. Que el río funcionó. Que ya no tendría que ir a la bruja de la
otra cuadra.
Miriam
Alvarez
Muy buen trabajo, Miriam, pareciera que la mujer buscaba el amor, alguien en especial, un hombre. La virgen del mar le brinda su ayuda y ella lo encuentra. Hay una espectativa en esa búsqueda, la supertición o la fe la hacen interpretar la realidad a su antojo, como una solución mágica que se le regala, a pesar de que el río no es el mar, a pesar de que ese hombre no es el que ella buscaba.
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