Venía caminando por la costa cuando vi el zapato. Se notaba que era viejo pero tenía pinta de haber visitado lugares mejores. Me imaginé a la mujer que los habría usado en sus mejores tiempos, vestida de largo y con una bebida en la mano.
Quizás acompañando a un gran empresario en una velada de caridad, rodeada de ricos que entregan el cambio para calmar un poco la culpa
.
Me la imaginé también confundida, planteándose una y mil
veces si ese era su lugar, si la gente que la rodeaba tenía algo que ver con
ella. La pensé imaginándose a sí misma en otro lugar, tal vez como un mecanismo
de defensa, o una vía de escape, o simplemente una luz de esperanza.
La vi también incómoda entre tantas comodidades, buscando
algún argumento para justificarse, o pensando sino será mejor hacerle caso a
ese fuego interior que cada vez quema más.
Me la imagino después escapando, pensando mientras escapa
que escapar siempre es lo más fácil. La siento esta vez perdida, pero perdida como
paso necesario para encontrarse.
La veo ahora poniéndose el zapato y caminando por la costa, imaginándose
a sí misma en otro lugar.
Ignacio Falconi
Muy buen trabajo Ignacio, el zapato como disparador va construyendo a la mujer que lo usa, la ubica en un espacio social, muestra sus contradicciones, las posibles actitudes y situaciones que enfrenta. Finalmente huye e intenta salir hacia la vida, una vida más verdadera y menos frívola. Interesante elección de un narrador en primera persona que se acerca al personaje y es una especie de omnisciente.
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